Desde que el pasado sábado, Alexander Grigoropulos, de 16 años, muriera en Atenas por el presunto asesinato de dos policías atenienses, toda Grecia no ha dejado de manifestarse para mostrar su rechazo y condena al hecho.


En el Puerto de Pireo, en las cercanías de Atenas, se convocó otra manifestación de estudiantes de instituto que, aunque comenzó como una reunión pacífica, pronto se convirtió en una auténtica batalla campa entre la policía y grupos radicales encapuchados que se habían infiltrado en la protesta. Estas protestas se producen a pesar de la detención de los dos policías que presuntamente cometieron el crimen: uno por asesinato y el otro por complicidad en acto delictivo.
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